Festival himaláyico de geología
Publicado por rocambloguesco
Viajar por los Himalayas es una lección magistral de geología y un muestrario continuo de la naturaleza desatada. No son sólo las montañas que suben hacia las nubes, los glaciares que se despeñan con una sucesión de ciclópeos amontonamientos de hielo, los fabulosos pliegues que demuestran hasta dónde pueden retorcerse las rocas, o los valles y puertos innumerables e interminables que deben remontarse para cruzar esta majestuosa cadena…
No, no es sólo tooodo eso. Es también que a cada paso, en cada curva del camino, la naturaleza nos recuerda la agitación permanente de esta región. Deslaves de centenares de metros cortan repetidamente los valles y, en ocasiones, la carretera, obligando a los ríos a abrirse paso entre auténticas montañas de grava,
a las autoridades a permanecer en un eterno proceso de construcción vial, como Sísifo,
y a los viajeros a tener un corazón a prueba de bomba para sobrevivir a los encuentros con vehículos en sentido contrario en la más estrecha e inestable de las curvas.
Estos deslaves o deslizamientos de tierra se producen sobre todo durante el monzón, la época de lluvias -a menudo torrenciales- entre mayo y octubre en la que el agua caída y el ímpetu de los torrentes a lo largo de las fuertes pendientes socavan y desestabilizan el terreno, añadiendo inundaciones cada vez más frecuentes a la larga lista de problemas en la zona.
Pero también los terremotos aportan su granito de arena: los Himalayas no se han levantado silenciosamente, sino a través de miles de grandes seísmos a lo largo de millones de años que han ido empujando, metro a metro, las rocas hacia el cielo. Semejantes sacudidas provocan con frecuencia numerosos deslizamientos de tierra, como nos recuerdan desastres como los de Cachemira (Pakistán) en 2005 o Wenchuan (China) en 2008. En el primero los deslaves causaron un tercio de las 87000 muertes que dejó el terremoto. En el segundo los más de 140000 deslizamientos de tierra (sí, ¡ciento cuarenta mil!) acabaron con la vida de 20000 personas, sepultaron carreteras, dañaron vías de tren e infraestructuras, y taponaron ríos que crearon nuevos lagos, con el consiguiente peligro de romper la represa y causar estragos aguas abajo, como sucedió en varios casos.
Pero el viajero no sólo encuentra deslaves como testigos de las fuerzas naturales. Aquí y allá bloques de roca del tamaño de edificios de varias plantas yacen en mitad de una ladera, de una llanura aluvial o del cauce de un río, dando fe de fenómenos aún más violentos o masivos, como los debris flow
o el movimiento de los glaciares en el pasado. En ocasiones, incluso, la propia carretera se convierte en un río por el que hay que transitar, ya que los torrentes aprovechan cualquier vía para abrirse paso hacia el fondo del valle.
Todo está en movimiento aquí porque, al tiempo que las montañas se despedazan ladera abajo, las invisbles fuerzas tectónicas que hacen chocar India con Asia siguen elevando incansablemente esta cordillera. Y así seguirá por los siglos de los siglos… o al menos durante los próximos millones de años.
(Escrito en agosto de 2013 de camino entre Manali y Leh (India), junto con mis amigos Cipri y Beatriz, a quienes debo tan estupendas fotos y mejores vivencias.)
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Acerca de rocambloguesco
Seismologist and Earth scientist, science communicator, mountaineer and speleologist. Enjoying the wonders of our planet!Publicado el septiembre 21, 2013 en Geociencias, Geología, Geomorfología, Montañismo, Peligros naturales, Sismología y etiquetado en deslizamientos de tierra, earthquake, flood, Himalaya, India, inundación, landslide, natural hazards, peligros naturales, terremoto. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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